¡Levantaos!

¡Levantaos!

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

 (Lc 21,25-28.34-36)

Comenzamos un nuevo camino, una nueva aventura. ¿Acaso no lo notas en el ambiente? Hace más frío y nos toca sacar del armario nuestros abrigos de invierno, se adornan las calles con luces y color, la gente se saluda con más cordialidad, comenzamos a pensar en qué haremos para Nochebuena… 


Si no te has fijado en todo ello, quizás es que sigues viviendo en modo automático, en el estado del “sinvivir”, en la desidia, el tedio, el hastío, la inercia y el cansancio que deja a su paso más desesperanza y menos fe. 


Estas figuras apocalípticas que nos narra el Evangelio en el día de hoy, y que salen de la boca del mismo Jesús, son las señales evidentes de los últimos tiempos, pero corremos el grave riesgo de quedarnos en el derrotismo de lo oscuro de nuestra realidad, y esto nos ciega para mirar que en realidad el vaso no está “medio vacío”, sino que está “medio lleno”. Nuestras sutiles respuestas ante lo que no nos gusta, nuestras reacciones ante los problemas cotidianos de la vida, nuestros modos a veces más pesimistas de ver el mundo (e incluso de vernos a nosotros mismos), son símiles de cómo se nos cae el mundo encima ante cualquier dificultad, es la evidencia de que Jesús sabe de nuestras angustias y ansiedades, de nuestras exageraciones y percepciones -con frecuencia muy alteradas- de la realidad. Hace rato perdimos la objetividad necesaria que nos acercaba a contemplar con más esperanza la vida de cada día, y nos quedamos hoy en nuestros “sentires” como si el sentir particular encerrase toda la realidad. 


Seguramente te parecen palabras muy duras las que hoy pronuncia Jesús. Si es así, es que no terminamos de comprender la película y nos quedamos en la trama convulsa. ¡LEVÁNTATE! Alza la cabeza, despierta tú que vives anestesiado y duermes la permanente siesta del sinsentido y la apatía. Despierta ante lo grande, hermoso, bueno y verdadero de la vida, de tu respirar, de un nuevo amanecer, de una nueva oportunidad, de un nuevo día. Despierta ante el regalo maravilloso de encontrarte con tus amados y disfrutar de ellos. Levántate ante las pequeñas sorpresas y detalles que Dios te da, y que te los pierdes todos por quedarte instalado en la “nube negra” del pesimismo. Realismo no es sólo aquello que juzgamos con el criterio de “lo que me agrada”. Realismo es el saber reconocer lo bueno y lo no tan bueno de cualquier situación, más allá de su aparente caos. Realismo es permanecer despiertos viviendo con intensidad la vida ordinaria, pero reconociendo que no soy yo quien tiene las últimas palabras, sino que el curso de los acontecimientos se orientan siempre a la salvación que espero. 


Seguimos pregonando el que la esclavitud ya ha cesado. ¿En serio lo dices? ¿Te lo crees? ¿¡Qué me dices de la esclavitud de permanecer a toda costa en tu criterio y ensimismamiento!? ¿Qué me dices de ese afán de querer controlarlo todo y hacerlo a tu medida, modo y manera? ¿Qué me dices de ese modo conflictivo y rústico de vivir tu inconsistencia vital echando culpas externas sin asumir tu responsabilidad ante lo que eres, dices y haces? ¿Qué me dices de esas reacciones agresivas y paranoicas que te surgen cuando crees que el mundo te resulta amenazante?… A todo ello le sumamos las tantísimas esclavitudes sociales, estructuras injustas, colectivos histéricos y violentos, doctrinas ideologizantes que promulgan culturas de muerte y destrucción, dirigidas a borrar la identidad personal, social y cultural. La explotación de los migrantes, el abandono de nuestros abuelos, y un larguísimo etcétera. 


Ante toda esta convulsión, Jesús hoy te insiste: “¡LEVÁNTATE!” ¡Alza la cabeza y despierta también ante el sufrimiento y el dolor! Hazlo con la esperanza activa de quien se sabe auxiliado por un Dios que vino, que viene y que vendrá, con la búsqueda activa y optimista de quien se sabe profundamente amado y arropado por el Creador, quien tanto ama, que sólo sabe y puede amar, hasta darse enteramente en el Hijo que ahora esperamos: Jesucristo, Dios-con-nosotros. 
Adelante, que este hermoso tiempo de Adviento renueve tu confianza, para caminar más ligero de equipaje y con la sonrisa en los labios. ¡Mira que el mundo necesita de ti para sonreír de nuevo! ¡Así que, empieza por ti!


Feliz inicio del Adviento, feliz espera, feliz búsqueda. 


P. Samuel 

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