“¡Muéstranos al Padre!”

“¡Muéstranos al Padre!”

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».

Jn 14, 1-12.

Te confieso que me conmueven especialmente aquellos pasajes del Evangelio que manifiestan a un Jesús sosegado y en paz. Y me conmueven precisamente porque, en contraposición, aquellos otros relatos de un Jesús turbado en su corazón o siendo tan franco con los fariseos suelen expresar los sentimientos y ánimos con los que, con alta frecuencia, nos identificamos (¡Sí! Con frecuencia nuestro mundo interior, nuestros ambientes, nuestro entorno se encuentran sumergidos bajo la vorágine de la turbación). Escuchar de Jesús: “No se turbe vuestro corazón” resuena como un baño de frescura, como un aliento vital nuevo y renovado que imprime esperanza y consuelo en quien lo escucha desde dentro, desde el propio corazón sediento de su paz.
Derrotados se encuentran sus discípulos en ese momento, los últimos instantes antes de vivir en su cuerpo la Pasión dolorosa y la muerte en Cruz, ya anticipada por Él. De ahí la necesidad de preguntar, de cuestionarse, de intentar digerir todo lo que les dijo sobre el Padre. Eran discípulos enamorados, y por ello, confundidos con lo que estaba a punto de acontecer. Necesitan de respuestas que demuestran que, ese “ir” y “venir” del que habla Jesús no está cargado de abandono sino de Promesa de Vida Eterna.
Ese que sufrirá un aparente fracaso, garantiza la eternidad junto al Padre a través suyo, mediante un seguimiento auténtico, aún entre las “idas” y “venidas” propias de nuestra humanidad rota y necesitada. La garantía no es transitar un camino de perfección sin baches, sino más bien el transitarlo conscientes de su modo (a pesar de nuestras caídas), de su transparencia (a pesar de nuestra tentación a no vivir en verdad) y de que, transitarlo, es ya alcanzar la plenitud de la Vida (pese a nuestras oscuridades y situaciones de muerte); conscientes de que, contemplándolo a Él, contemplamos al Padre a quien volveremos al final del camino.
Es de mucho consuelo para nuestras vidas la esperanza, no sólo ya de contemplar al Padre, sino de morar en Él, pues esa es la promesa. No se trata solamente de comprender lo que significa conocer a Dios, sino de conocerlo internamente al punto de poder vivir en Él, habitar en Él. Se descubre así una intimidad tal que, sin perdernos ni diluirnos en una especie de “todo informe”, más bien nos encontramos en identidad al sabernos configurados a su semejanza, en estrecha cercanía de criaturas con el Creador. Un misterio insondable pero atisbado por Jesús y creído por sus discípulos, y que nosotros estamos también llamados a acoger hoy en nuestras vidas con docilidad y apertura de corazón.
Que el Señor Resucitado imprima en nosotros ese deseo de morar en Él junto al Padre, participando así de la divinidad amorosa de un Dios que nos espera.
Feliz V Domingo de Pascua.
P. Samuel

Leave a Reply

Your email address will not be published.